Breve semblanza de un hombre bueno


Sí. Fue, en esencia, un hombre bueno.

Pudo nacer en cualquier lugar del mundo, pues no sabía de fronteras, pero a su madre le pilló en Puente Genil. Así que fue allí donde Paco vio la luz por vez primera un 4 de Diciembre de 1948. Su padre, D. Jerónimo, maestro de vocación y de profesión, ejerció como tal en un pueblo de la Sierra Norte de Sevilla, Alanís, donde destacó por su dedicación al Magisterio y como impulsor de actividades culturales y deportivas: clases gratuitas para adultos, creación de grupos de teatro, música y deporte, etc.

Pero vio truncada su carrera cuando en 1936, trasladado a una aldea de Puente Genil, fue desposeído de su plaza y de su título por una delación anónima que lo acusaba de “practicas comunistas en sus clases” durante la etapa de Alanís, y basada en una única prueba: el cuaderno, falso y manipulado, de un supuesto alumno.


Paco no aprobaría que yo hablara de esto; me diría: “eso no importa ahora”. Pero yo lo traigo a colación porque quiero destacar la figura de su padre y la influencia que su filosofía de vida pudo ejercer en la educación de sus hijos. Él asumió que esas barbaridades podían ocurrir, sobre todo en la locura de una guerra civil; así que intentó otro camino, partiendo de cero, mirando hacia delante y viviendo siempre en positivo. Su condición de hombre tolerante, justo y generoso, provocó el aprecio, la confianza y el respeto de sus vecinos, y no le costó mucho encontrar trabajo para sacar adelante su familia.


Cierro aquí el tema de su padre, afirmando que ni Paco ni sus hermanos oyeron de su boca ningún comentario interesado sobre aquel hecho. El ultraje que sufrió, no se tradujo jamás en manifestaciones de rencor o de reproche hacia nadie y, mucho menos, en provocar actitudes de animadversión o de revancha en sus hijos. En 2004 le hicieron un homenaje en Alanís aquéllos que fueron sus alumnos, al que Paco acudió en representación de su familia. Os adjunto un hermoso escrito (pulsar para descargar en formato pdf. puede tardar un poco) donde él volcó sus emociones de aquel día:


Pero Paco nació mucho después de todo aquello. Habían pasado casi 13 años, y su familia pudo rehacerse hasta alcanzar una cierta estabilidad; así que no es aventurado imaginar que disfrutara de una infancia digna, alegre y feliz.

El problema le llega, como a casi todos nosotros, cuando con doce años y terminada la Enseñanza Primaria, la única esperanza de acceder al conocimiento y la cultura por el estudio, está en conseguir la beca para La Laboral.



“Éramos muy niños, recuerdo que mi padre me acompañó para hacer un examen previo al ingreso. Tenía yo unos 12 años. Estábamos en 1960 o 61, no sé precisarlo. La Universidad Laboral me pareció entonces un sitio distinto, moderno, estimulante. Lejano, apartado. Una arquitectura novedosa para mí, los mosaicos, los estanques, el teatro, la iglesia y su larga escalinata…; fue como descubrir la simetría, el color y la luz. Me sentía afortunado.
Los primeros años fueron quizás los más felices. Colegio S. Rafael, Juan de Mena, Gran Capitán, nombres como Zabalza, Cea, Cirilo, Larrañeta… Nos sentíamos como en familia, los compañeros de clase (los chapistas), los de la habitación, los del comedor, y los paisanos. A todos ellos mi saludo y mi abrazo".

Y otro para ti, amigo, pues, ¿quién no te recuerda en esa etapa? ¿A quién no le viene ahora la imagen de un Paco alegre, sano, juguetón, sonriente, cercano, generoso, amable, discreto, respetuoso, educado, divertido…, feliz?

“Me había adaptado perfectamente. Todo me parecía estupendo. El estudio, el deporte, la religión. Estaba claro que pretendían formar buenos trabajadores, adictos al orden, a la disciplina y al sacrificio, obedientes, eficientes, creyentes en la fe católica, y además buenos franquistas. Pues sí, ahí estoy yo dispuesto a todo. Es el espíritu de los laborales.
Entretanto disfrutábamos con las sesiones de cine, la tve 1, la música de los sesenta, y el equipo de atletismo (Miralles, Poli, A. Joaquín, Sabater…, y muchos más)".

Como además era inteligente y buen estudiante, no le resultó difícil alcanzar la nota media que se exigía para cursar Ingeniería Técnica. De modo que cumplidos ya los 16, pasamos a S.Alberto y después a S. Alvaro. Fue un cambio bastante grande. Se nos concedía cierta dosis de libertad para administrar nuestro tiempo y nuestro espacio y notábamos que podíamos ejercer cierto control sobre nuestra propia vida. Fue una época de “gozos y de sombras”, de pasos al encuentro de uno mismo, de preguntas en busca de respuesta…

"Uno empieza a sentir una especie de cosquilleo, como de rebeldía y..., conversando con algunos colegas, uno expresa dudas sobre conceptos y modelos hasta ahora intocables. Vamos a ver: ¿por qué tengo yo que aceptar las creencias y los modelos de comportamiento que tratan de imponerme, a veces disfrazados de bondadosos consejos? ¿Por qué intentan manipular mi conciencia en vez de animarme a ser yo mismo ejerciendo el derecho a disfrutar mi libertad? Por qué tengo que tragar el dogma político-religioso, haciéndome creer que es esencial para la existencia, que sin él no se puede vivir? ¿Por qué siento miedo a decir NO a todo esto?

El hecho es que mi mente se llenaba de conflictos. Total, que llegó la crisis y me vi sumergido en una tremenda confusión."


Pero aunque fuera época de turbulencias, también fue la más intensa, creativa y de más complicidad entre nosotros. Nos refugiábamos en la música, en la poesía, en el cine, en la Naturaleza… Paco estaba especialmente dotado para la música y a mí me apasionaba cantar, así que en compañía de Carlos Melgosa (batería), Justino Rincón (bajo), Salvador Sabater (punteo), el propio Paco (rítmica) y yo mismo (vocalista), “fundamos” el grupo musical “Los Fínifes”, al que dedicábamos más tiempo de lo debido en detrimento del estudio. Esto nos costó más de un disgusto. Tocábamos para nosotros. La música era una bonita excusa para compartir vivencias y emociones. En una ocasión llegamos a subir a un escenario con un equipo que nos prestó otro grupo en el Polideportivo de Córdoba y, aunque estuvimos muy por debajo de nuestras posibilidades, fue una experiencia inolvidable.

"Pero hubo también buenos ratos, largos paseos, charlas interesantes y música con “Los Fínifes”..."

La religión le complicaba la vida. Las misas, las sabatinas, las adoraciones nocturnas, los ejercicios espirituales…, incidiendo siempre sobre aspectos que él no entendía ni necesitaba para vivir en paz consigo mismo: los dogmas, el sentimiento de culpa, la vida eterna, el pecado (siempre el pecado)… Y además, las contradicciones que observaba entre la sencillez del Evangelio y la interpretación que de él se hacía para justificar lo injustificable.


"Uno duda de esa mitología tan rebuscada como la santísima trinidad, el embarazo de la virgen, la eucaristía, el pecado original…, y encuentra chocante que se mantenga el discurso sobre el perdón y el amor a los enemigos, a la vez que se enseña en la mili el uso de las armas".


Las milicias; el alistamiento voluntario a una institución que prepara a los jóvenes para la guerra, la figura del capellán castrense bendiciendo la violencia con un Evangelio en la mano, su conciencia… Aquello lo desbordó. Aguantó el primer campamento como pudo pero no acudió al segundo. Desertó también de los estudios en el último año de carrera y se hundió en un mar de confusión y precariedad.

"Aquel último año lo recuerdo con sabor un tanto amargo. Perdí la concentración que requería el estudio. Andaba desorientado, intentaba encontrar estímulo para seguir, pero seguir ¿hacia dónde? Lo cierto es que aquello desembocó en un deseo de marcharme y dejarlo todo: las milicias, la Laboral, los amigos…"

Hasta que un día, pasados casi dos años de todo esto, deja de mirar hacia fuera y decide buscar dentro de sí mismo las respuestas. Aparca todo lo aprendido desde fuera y vuelve a guiarse por su conciencia y su corazón. Entiende que el sentido de la vida no es otro que vivirla, y que la duda, inherente a la naturaleza humana, no tiene por qué producir angustia que “es preferible caminar con una duda que con un mal axioma”.

Y vuelve a sentir la alegría de vivir. Acaba los estudios y hace la mili (obligatoria) como un trámite administrativo ineludible, que pasa enseñando a los reclutas. Se siente como un nadador flotando boca arriba. Observa ahora el Universo, no como mero espectador, sino integrado en el mismo y se pone en marcha para intentar mejorarlo. Pero no lo hace solo, sino en complicidad con Ana, su musa, su mujer, su amiga, su amor …, que lo premió con tres hijos maravillosos a “su imagen y semejanza”. En el aspecto profesional hizo algunos intentos en la industria pero terminó dedicándose a la enseñanza de la Tecnología en un Instituto. Creo que fue feliz.


"Me sonrío pensando en todo aquello, pero ¡qué lastima perder tanto tiempo y tanta energía!. Te he dicho que vi la luz, me costó pero la vi, y además conseguí un estado de paz y sosiego que mantengo como un verdadero tesoro. Nunca más una religión o creencia de cualquier tipo va a secuestrar mi mente, ni va a coaccionar mi libertad de pensamiento.

Querido amigo, la vida nos pertenece. Y te digo que mientras esté vivo, a mí no me va a engañar nadie más con discursos basados en vidas eternas, gobiernos de Dios, moralinas sobre qué se debe o no se debe hacer a los ojos de Dios, infiernos, redenciones por no sé qué pecado... etc..etc..

Mi vida es mía, y soy consciente de que estoy sujeto a un montón de leyes naturales, entre ellas el nacer y el morir, y gracias a eso estoy aquí en este momento. No quiero salir de lo natural para ir a lo sobrenatural. No me interesa, y además me aburre sólo pensarlo".

Desde que asistió a mi boda, en 1974, perdimos el contacto, aunque nuestra amistad nunca perdió vigencia. Volvimos a encontrarnos en 1993, con motivo del 25 aniversario de nuestra promoción y pude comprobar que seguía en el camino que lleva “a ser sin dejar de ser” (esto es un hallazgo del Padre Gago).


Otro paréntesis en nuestra relación hasta que, gracias a la iniciativa de Olmo y de su página web, en noviembre de 2007, se produce nuestro reencuentro definitivo. Dos años de comunicación directa, fluída, de vivencias y sensaciones en complicidad y sintonía total. Hemos compartido ideas, recuerdos, música, risas, emociones…, hasta recetas de cocina, que han llenado mi vida de alicientes nuevos.


Paco ha sido el mejor referente de mi vida, un ejemplo de fidelidad a los principios naturales que están en la esencia misma del ser humano, de coherencia entre ideas y conducta. Por eso, ni en el último momento cedió un ápice a la angustia. Me ha demostrado que también hay “salvación por lo civil”.


No sé cómo despedir este paseo por su vida. Se me ocurre repetir la frase (prestada del guión de una película sublime) que le dije en aquel brindis de la cena de Cazorla en compañía de Juan Molina (otro gran tipo), de Daniel Pintor y nuestras respectivas mujeres:

“Paco, tú has hecho que yo quiera ser mejor persona”. Hasta siempre, amigo.

Romualdo.


Galería fotográfica: